Por costumbre los alumnos de Instituto organizan sus actividades tanto académicas como lúdicas y sus proyectos personales en función del calendario escolar. Por este motivo, a finales del mes de abril y comienzos de mayo muchos de estos estudiantes de ESO y Bachiller experimentan sentimientos de estrés y de inquietud al ver acercarse el final del curso a gran velocidad. Entra en escena el dichoso “agobio”, causa de numerosos males y síndrome altamente contagioso entre compañeros y familiares. “Mi hijo está agobiado con los exámenes finales, le tenemos que dar de baja.” El hijo agobiado, los padres agobiados… el agobio invade la Academia y contagia a los profesores frustrados de ver como los alumnos abandonan las aulas a un paso de la meta final.
¿La solución? Recurrir a los cursos intensivos de verano para acabar la preparación y fijar una fecha de examen. Veamos las ventajas:
- Eliminar estrés precisamente en un periodo clave para el alumno, que ya tiene un motivo menos de preocupación. En junio, poder disminuir la presión emocional no tiene precio y si es el año de la Selectividad con más motivo. El alumno ya no se siente tan presionado, ya que le estamos dando una solución para ese B1 que se le resiste.
- Las clases son aún más efectivas porque el alumno está más descansado, más feliz por estar de vacaciones y con la mente centrada en el idioma y no en otras once asignaturas.
- Se rompe el mito de que todo acaba en junio y puedes perder el tren. El año tiene doce meses y planificar actividades académicas en verano ayuda a convertirse en una persona organizada que sepa aprovechar el tiempo de forma inteligente fijándose plazos, objetivos, periodos de descanso y de ocio, lo cual será muy útil en la vida después del Instituto.
- El aprendizaje se vuelve más personalizado. No todos tenemos que ir a examen en la misma fecha. Cada uno puede ir a su ritmo, marcándose sus tiempos. En ello interviene el papel fundamental del Centro de idiomas y del profesorado. Un trato personalizado con cada alumno con el fin de determinar cuándo se examinará cada uno: en julio, agosto, octubre… y de cuántas horas será su curso de verano. Se trata de planificar para aprobar.
- Finalmente, el hecho de tener esta solución hará que el alumno incluso se plantee seguir asistiendo a clase en vez de darse de baja en mayo: al posponer la fecha del examen, se siente liberado aunque comprometido, y continúa con sus clases a modo de mantenimiento, para seguir conectado con el idioma, con sus compañeros y su profesor, sabiendo además que no le vamos a exigir el mismo esfuerzo personal que en otros periodos del año. En resumen, se le perdonan los deberes, lo importante es estar.